A pesar del mito popular, “que las gorditas son fogosas e insaciables”, para mi apreciación, no es así.
Por empezar, tienen una autoestima y una imagen negativa de su esquema corporal, odian mirarse al espejo y no lo pueden superar. Y la sexualidad, en el sentido amplio de la palabra, tiene que ver con una autoimagen positiva, con una apertura mental y no estar espiritualmente peleada con ningún principio de creencias que lo cuestione, humanísticamente hablando.
Si la obesidad viene desde la niñez, es doblemente problemática. Si aparece en la adolescencia, y con una terapia preventiva por la obesidad en sí, por lo general es mórbida y más en estos tiempos modernos, de alimentos mediocres, con una terapia integral desde el punto de vista médico; y aquí donde juega un papel importante, el autoerotismo, que es, guste o no, la primera manifestación de genitalidad, sexualmente hablando, que lamentablemente, en la mujer, por mandatos arcaicos, le está vedado, y digo sin temor de ser cuestionado porque que esta abalado por la mayoría de sexólogos del mundo; es una forma de monitorearse la auto imagen, de sentir verdadero placer en sí de la cuestión. Nunca abalaría, si se hace sobre montaje de angustia o ansiedad, como canalizadora de las mismas.
Recomiendo auto sincerarse, sin pretender que sean flacas esqueléticas, otra problemática en la sexualidad, que es la contracara de este tema. Primero aprender a quererse, dinamizar, con actividades recreativas disfrutando de las mismas, en una forma aérobica, danzas, que son erotizantes, es decir, que dan vida. Hacer actividades grupales con hombres, invertir en terapia en forma profiláctica, tratar de ser mujer, sin pretender manifestarse, con el hombre, bebiendo, fumando, y otras cosas, que para agradar al mismo, hay que hacer lo contrario, en el fondo, al hombre le gusta lo radicalmente opuesto a él. Trocar la parte oral (comidas) por la parte sexual; madurativamente hablando; con un fuerte y sostenido trabajo psicoterapéutico.

Imitemos a nuestros primos hermanos, los monos y las monas, o los simios en general.
Dr. Daniel Fanesi.